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lunes, 13 de abril de 2009

como hemos cambiado...

Recuerdo que hubo una época (allá entre mis 16 y 20 años) en que tuve una buena, casi diría excelente opinión de mi mismo. Me sentía con un impulso para empezar y llevar a cabo algo grande, para ser útil a muchos, para enderezar las cosas” (Benedetti, Pág. 121, La tregua).
“La verdad es que esa excelente opinión sobre mi mismo ha decaído bastante… soportaría mejor mi estilo de vida si no tuviera conciencia de que (solo mentalmente, claro) estoy por encima de esa vulgaridad.”(Benedetti, Pág. 121, La tregua).

trabajar en una oficina.....

En las oficinas no hay amigos, hay tipos que se ven todos los días, que rabian juntos o separados, que hacen chistes o se los festejan, que se intercambian sus quejas y se trasmiten sus rencores, que murmuran del directorio en general y adulan a cada director en particular… Lo demás tiene la desventaja de la relación no elegida, del vínculo impuesto por las circunstancias… En el fondo, cada uno es un desconocido para los otros, porque en este tipo de relación superficial se habla de muchas cosas, pero nunca de las vitales, nunca de las verdaderamente importantes… Si, el trabajo amordaza la confianza. Pero también existe la burla… Además la burla proporciona una especie de solidaridad. Hoy el candidato es este, mañana es aquel, pasado seré yo…. Y que alivio reírse, incluso cuando hay que aguantar la risa porque allá en el fondo ha asomado el gerente su cara de sandia, que desquite contra la rutina, contra el papeleo, contra esa condena que significa estar ocho horas enredado en algo que no importa, en algo que hace hinchar las cuentas bancarias de esos inútiles que pecan por el mero hecho de vivir, de dejarse vivir, de esos inanes que creen en Dios solo porque ignoran que hace mucho tiempo que Dios ha dejado de creer en ellos. La burla y el trabajo. ¿En que difieren, después de todo?. Y que trabajo nos da la burla, que fatiga. Y que burla es este trabajo, que mal chiste. “(Benedetti, Pág. 182, La tregua).

Gabriel Garcia Marquez

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en su tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa se desangra el día.

Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía.

Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.
Gabriel García Marquez