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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Augusto Pérez II

Pero eso de que se sienta uno envejecer, ¡quiá! lo que siente uno es que envejecen las cosas en derredor de él o que rejuvenecen.

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Y es más triste un amor que nace y se cría sobre la tumba de otro y como una planta que se alimenta, como de mantillo, de la podredumbre de otra planta.

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Y cuando empezó a asentárseme el dolor, empezó a convertírseme en pensamiento.

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Sólo a solas se sentía él; sólo a solas podía decirse a sí mismo, tal vez para convencerse:¡Yo soy yo!, ante los demás, metido en la muchedumbre atareada o distraída, no se sentía a sí mismo.

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Jugaban allí cerca, como de ordinario, unos chiquillos. Y uno de ellos, poniéndole a otro junto al tronco de uno de los castaños de indias, bien arrimadito a él, le decía: " tu estabas ahí preso, te tenían unos ladrones" " es que yo....", empezó malhumorado el otro, y el primero le replicó: " no, tú no eras tú...." Augusto no quiso oír más; levantose y se fue a otro banco. y se dijo: " así jugamos también los mayores. ¡ tu no eres tú! ¡ yo no soy yo!

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Mi alma será pequeña, pero es mía
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Niebla. Unamuno. Augusto Pérez