Recuerdo que hubo una época (allá entre mis 16 y 20 años) en que tuve una buena, casi diría excelente opinión de mi mismo. Me sentía con un impulso para empezar y llevar a cabo algo grande, para ser útil a muchos, para enderezar las cosas” (Benedetti, Pág. 121, La tregua).
“La verdad es que esa excelente opinión sobre mi mismo ha decaído bastante… soportaría mejor mi estilo de vida si no tuviera conciencia de que (solo mentalmente, claro) estoy por encima de esa vulgaridad.”(Benedetti, Pág. 121, La tregua).
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